Y yo tenía la cura: agua oxigenada + algodón + isodine por un par de días, y no medias, sencillo. Lo que no era sencillo era explicarle a Angelika que no tenía que ir al médico (cualquier médico me haría parar de caminar, cosa que no podía dejar de hacer, y si se atrevían a hacerme algo, ahí si me dejaban sin caminar, y yo estaba a 10 dias de AHE, no podía tener un impedimento de esos) y que además necesitaba esos sencillos medicamentos. Pero vaya a saber en alemán! Ese día entonces, el último en Tubinguen, acompañé a Angelika a mercar, que mercan en una especie de cooperativa muy cerca de la casa, me fui en chanclas a pesar del piso mojado y de el frio que seguía haciendo. Compramos más frambuesas, qué ricooo, y panes para el fiambre del día siguiente que era el viaje a Italia.
El día que habíamos ido a Tubinguen habíamos dejado un libro, un encarguillo, pedido en una de las mil librerías de Tubinguen, que había que recoger, y Susana y yo queríamos ir por un regalito original para mi Papa, que también habíamos visto el otro día. Así que después de almuerzo, cuando Santiago llegó del colegio, nos fuimos las dos para Tubinguen. Con ajuda de Google Translate, hice una lista de las tres cosas farmacéuticas, y por si acaso de sus principios activos, a ver si me hacía entender. Apotheke es farmacia, empezando por ahí. En todo caso, fuimos, super juiciosas en el bus (no sabemos si pagamos de menos, o demás, porque no le captamos la idea a la maquinita de los tiquetes.) y nos bajamos en el centro de Tubinguen.
| Una especie de Libro-banco-escultura |
Luego de escogidos los mensajes, fuimos a pagar. Y al salir casi dejamos el paraguas (a la entrada de las tiendas hay un porta paraguas), de no ser porque empezó a lloviznar y nos acordamos. Ahí a Susana le dio por tomar fotos bajo la lluvia, lo que no es precisamente fácil, sobre todo si uno quiere tomar fotos y sostener el paraguas al tiempo, y tampoco fue fácil para mí, su ayudante, sostener dos paraguas al tiempo, y el de ella en la posición correcta. Además confieso que el dolor bajo el cuero de mi zapato izquierdo disminuía algunos grados mi paciencia, aunque yo sé que nadie tenía la culpa de ello.
En todo caso, haciendo memoria del camino, y con la ayuda de un mapa si no me equivoco, fuimos a la tienda de las gomitas (había gomitas de todo lo que se puedan imaginar, incluso con forma de cerveza) donde estaba el regalo de mi papa, que habíamos dudado en comprar por estorboso, pero bueno, original al fin y al cabo. Cuando la maleta la trasportas tú, lo más literalmente posible, y la organizas en promedio una vez a cada 3 días, todo es potencialmente grande, estorboso, pesado e inútil. E incluso te convences que con menos ropa puedes vivir. Yo estuve tentada a dejar ropa en un par de ocasiones. En todo caso, hay ciertas cosas que no se pueden dejar pasar, y un mug con un sudoku pintado con una tiza para completarlo era una de esas cosas.
Y por último: Apotheke! En la primera la señora no se comunicaba muy bien en inglés, le pregunté por algodón, y nada, agua oxigenada y nada, y isodine, que en ultimas traduje como yodo, ese como que si le sonó! En la siguiente farmacia encontramos el agua oxigenada, que salió con la formula química. Y lo más difícil fue hacernos entender por algodón y esparadrapo. El esparadrapo lo consiguió Susana a fuerza de mímica, que hay que reconocerle que es más tesa que yo en la comunicación no-verbal y en no ser penosa, y el algodón toco ir al supermercado y comprar una bolsa de algodón, porque ese, quien creyera, nada que pudimos.
Hechas las diligencias, volvimos a la casa. Susana se pegó una despistada con el bus, creyó que nos habíamos bajado después. Pero bueno, sanas y salvas volvimos. Cuando llegamos Santiago andaba afuera andando en bicicleta, aun con la lloviznita; ya oyeron hablar en disciplina? han visto un video que dice que lo que tienen los del primer mundo es de eso: disciplina? Pues eso es. Ponerse a los 8 años un impermeable y salir a dar la habitual vuelta en bicicleta por la tarde. No hay disculpas.
Por la noche nuestra última comida con nuestros queridísimos anfitriones, y antes que Santiago fuera a la cama una sesión de fotos. Nuestro tren en principio salía a las 7 de Tubingen hacia Horb, y llegaba 5 minutos antes de que saliera el de Horb hacia Zurich, y con tal de no arriesgar, Alexander se ofreció a llevarnos directamente a Horb, un poco más temprano que el tren, pero con la seguridad que no lo fuéramos a perder. Y eso sí, cuando nos proponían un horario para salir, había que ser muy puntuales. 3 minutos son 3 minutos, ni más ni menos. Así que para al otro día no arriesgar, nos bañamos por la noche.
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