He de confesar que de todo el viaje, este cruce que nos deparaba este dia, de Tubinguen a Verona, era lo que más me preucupaba, incluso antes de salir de mi casa, si me desvelé antes del viaje, fue por este dia. Por varias razones, primero porque se trataba del trayecto más largo en tren, y que incluía necesariamente más de uno o dos trenes. Segundo porque se trataba de salir de un lugar con idioma desconocido, a llegar a un lugar igualmente con idioma desconocido (para mi, no para Susana), y a un hostal al que había que anunciar hora de llegada aproximada. Y tercero porque además teníamos que cruzar por Suiza, que era la que estaba incluida en nuestro pase, y no por Austria por donde sería más evidente aparentemente.
Bueno, la verdad es que las preocupaciones se fueron demostrando una a una innecesarias, o por lo menos más sencillas. Varias de las cosas se resolvieron al reservar los pasajes, donde sin ningún problema me entendí en inglés con el operador de DB Bahn (trenes de Alemania), y no le pareció nada absurda la exigencia de cruzar por Suiza. Ahora, ese tipo trabajaba para DB Bahn, y supuso que todo el trayecto se haría con la eficiencia con la que está acostumbrado. El máximo espacio de tiempo que teníamos entre los trenes que debíamos tomar era de 15 minutos! Saben que es 15 minutos para coger las mochilas, caminar a lo largo de los andenes y encontrar el siguiente tren y encima en alemán e italiano? Nada, son 2 segundos. Y ese era el máximo.
| Isabel y Susana version 2 |
Con Alexander tuvimos un entretenido camino a Horb, mientras la niebla de la mañana se fue despejando y nos mostró nuevos paisajes y el comienzo de la Selva Negra, Alexander nos contaba cómo Horb era una ciudad “importantísima”, porque allí había nacido él: “Horb muy importante, nació a Horb” señalándose, shun!. En la divertida mescla de español e italiano, también nos contó que no podía esperar el tren con nosotros, hasta las 8 pasadas, porque tenía una reunión con la Oveja, es decir, con el Obispo, dijo que cuando pensaba en decir obispo siempre se le olvidaba la palabra y se le venía la palabra oveja, aunque no estaría mal que el obispo hiciera las veces de oveja de vez en cuando.
Nos despedimos en la “gran” estación de Horb que tiene 3 andenes, Alexander nos confesó que le daba pesar decir adiós. Nos sorprendió bastante esa despedida casi calurosa. Y nosotras y nuestros paquetes nos pusimos a esperar el tren en la fría mañana. Vimos como llegaba puntalmente el tren que venía de Tubinguen que debíamos haber tomado, y abordamos el nuestro sin problemas.
Suiza es Suiza, la neutral, la que no hace parte de la UE, etc y Suiza es Suiza porque está entre Alemania e Italia. Les explico nuestra teoría: Los españoles y los franceses comparten fronteras, y aunque son notablemente diferentes, comparten una cierta sensibilidad artística, una cierta bohemia, un cierto desquicie sano. Los alemanes y los franceses comparten frontera y toda una idea cartesiana de rectitud y productividad, Francia y Inglaterra no se parecen en nada, pero para eso es el canal de la mancha. Ya Alemania e Italia, son dos polos positivos que se repelen, tienen un poco menos que nada en común, y para eso existe Suiza ahí en la mitad. Suiza es un cambio gradual de la germanicidad a la italianicidad. (y me pueden tirar todas las piedras que quieran por el anterior conjunto de afirmaciones simplistas, más si son suizos, lo que sí es verdad es que Susana y yo pudimos gozar barato pintándolo asi!).
Por eso también en mitad de viaje (si en avión es vuelo como seria para el tren?) pasaron unos policías suizos pidiendo pasaportes. Hasta aquí nuestros pasaportes solo habían sido interesantes para los españoles del aeropuerto, pero claro, suiza es un mundo aparte. Estos inquisidores, preguntaron un par de cosas, y por ultimo dijeron que cuanto tiempo nos quedábamos en Suiza, y le dijimos, señores, llegamos a Suiza y seguimos para Italia, en suelo suizo estaremos menos de 30 minutos. No fue exactamente así, pero en todo caso el dato los dejó muy tranquilos.
Llegamos a Zurich, hicimos nuestro cambio a la lata, y cuando llegamos al andén de el tren para Milán, estaba vacio, sin tren y sin gente, o-ou, y encima anuncian en un clarísimo alemán por micrófonos justamente el cambio de andén del tren para Milán. Aja…. . Un señor nos vio la cara de interrogación que teníamos pintadas las dos, y antes de que le preguntáramos cualquier cosa nos indicó el nuevo andén. Llegamos, nos montamos al tren, y asistimos un atraso de 20 minutos para la salida del tren de Trenitalia. Saben que significan 20 minutos? Que son más que 15! Por lo tanto que perdíamos nuestro tren en Milán! Eso es otra cosa de los trenes, si uno se te atrasa, ya sabes con que atraso vas a llegar, desde el principio, así de sencillo. A priori ya se sabe que atraso se tiene hasta el final, y nada que hacer.
Hasta que llegamos a un sitio llamado Lugano, todo ya estaba escrito en italiano, pero saben qué? todavía era Suiza. Lugano se ve provocador, un lago enorme, con una ciudadcita pegada de las encuestas al borde del lago. Una vez más en el tren pasaron los policías, no los mismos, pero estos nos miraron y decidieron no inquisitarnos, les caímos bien. Después de Suiza volvíamos a la UE, y llegábamos al país de Berlusconi.
Milán. Salimos, y vimos que efectivamente ya habíamos perdido el tren para Verona, ahora, el problema consistía en saber que podíamos hacer. De todas las estaciones por las que ya habíamos pasada, la venta de tiquetes en ninguna quedaba en un lugar tan inaccesible y escondido. Y sobre todo no estaba tan exageradamente llenas. Bueno, un momento de estress, y nos enteramos que el problema se llamaba huelga, Italia estaba en huelga ferroviaria! Por eso nuestro atraso también, y por eso el desorden con el que fuimos recibidas. Susana muy hábil, y con la gentileza de una señora, logró encontrar un sitio donde le dijeran alguna solución, porque en lo de tiquetes podríamos quedarnos sin exagerar 4 horas en la fila. Fueron momentos tensos, porque implicaba separarnos y esperar una por la otra. Lo logramos. Le dijeron a Susana que podíamos coger el siguiente tren para Verona.
Eso fue lo que hicimos. Y en medio al viaje, el controlador dijo que ese tiquete era de otro viaje, y Susana: si, pero vea, y el tipo: no se podían montar en este, hasta que por fin nos captó la idea del atraso del tren anterior, y ya si nos dejó todo contento: ah, venían de Zurich! Haberlo dicho desde un principio.
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