Friday, December 30, 2011

There is no world without Verona walls..

El título de este capítulo es un fragmento de Romeo y Julieta, que en este día, el día elegido para visitar Verona, nos estuvo acompañando. A Verona la escogimos como ciudad-dormitorio, porque era más o menos a medio camino entre Venecia y Milán, y tenía alojamiento más barato, pero había que pasearla. Por la mañana, dormimos un poco más, y tomamos el desayuno.
Hay que contar evidentemente una anécdota: el día anterior, cuando volvimos de Venecia y nos duchamos, Susana al colgar la toalla en el balcón de la pieza, sin querer la dejó caer y quedó en el balcón del apartamento de abajo, hacia un patio interno. Qué se va a hacer? "Tiró la toalla!" Ni siquiera teníamos a quien decirle, así que medio apenadas, medio risueñas, y yo sin mucha culpa, dejamos el problema para después. De todas maneras ese día salimos y tocamos en el apartamento de abajo, pero nadie contestó. En las áreas comunes del edificio estaba escrito bien claro que los huéspedes del B&B no podían interferir con la vida del edificio, aunque de verdad verdad, nunca vimos a nadie por ahí, y a duras penas en la calle, que en una noche vimos a una tipa con un tipo, ella iba medio ebria…
Enfin, volviendo a Verona. Estaba lloviendo ese dia. Asi que abrigadas en un paraguas subimos la calle principal, esta vez no en la costumbrera dirección de Puorta Nuova camino que ya nos sabíamos: en la mitad había una vistosa bandera de Brasil que pertenecía a un restaurante: “Churrascaria Porto Alegre”(solo en el extranjero se pueden ver ese estilo de cosas, porque “Porto Alegre” asociada a la bandera nacional no es una cosa muy común), y un hotel que prestaba bicicletas, pero sólo a los clientes, que fuimos y preguntamos, yo muerta de pena, Susana no tanto. Sino que esta vez, fuimos en dirección al centro de Verona, y lo primero son las tales “walls”, los muros de Verona, altos, con un reloj y una portada, y por detrás de semejante recepción, una arena, la arena de Verona, la pista para encontrar nuestro camino el primer día en medio a las discusiones. La contorneamos, es impresionante, el coliseo de Roma debe ser mucho más, pero digamos que es un poquito de lo mismo, pan y circo para el pueblo. Hay que imaginarse en esos sitios en el imperio romano. Lyon la ciudad de los tejidos, con su teatro, Verona, cerca de la gran capital, con su arena. 
Vimos, bajo la lluvia este primer gran monumento, y las propagandas de la programación veraniega para tal escenario, pero teníamos una misión, digamos, más práctica: buscar minutos para nuestro Vodafone español, que a 23 de Julio, casi un mes después de haber dejado España se le acababa el crédito, y nos dejaba incomunicadas, ya que para recibir también necesitábamos crédito. Y ese día necesitábamos hablar con Ayi, nuestra siguiente anfitriona, que ya había ensayado contacto, pero no habíamos podido contestarle. Así que buscábamos en medio al idilio romano una de las cosas más modernas y prácticas: una tienda de Vodafone.
Aun bajo la lluvia, tomamos la calle de las tiendas, hacia el fin, donde sospechábamos encontrar un Vodafone, y caminamos, una, dos, tres, cuadras, y nada, cuando íbamos llegando al fin, y pensando que Vodafone no estaba en Verona, tan! la encontramos. Susana le dijo a la señora que queríamos minutos para un Vodafone español, y la señora dijo que ella no vendia para teléfonos internacionales, que en la tabaquería al lado si, salimos con paraguas y todo y le dijimos al señor, pero él dijo que él tampoco vendía, y que no sabía porque la señora siempre decía que el vendía créditos extranjeros. Bueno…. en telefonía móvil la Unión Europea no es muy unión, porque ni siquiera la misma compañía está unificada (Vodafone está en España, en Inglaterra, en Italia, pero no es lo mismo). Volvimos a la tienda y Susana le dijo a la señora que entonces nos vendiera un teléfono y una sim italiana. Y la tipa quedó como con cara de “y estas chicas no consiguen créditos entonces compran un celular…?” pero no le dijimos que ese sería el celular de Susana los próximos 6 meses. Así que bien, era un buen negocio, porque el español había sido muy útil, y todavía lo seria así que volviéramos a España, y el italiano también tendría que cumplir una buena función. El más barato valía 30 euros, 10 más que el español. 
Después de la compra salimos y seguía lloviendo, y no hay cosa peor que caminar con lluvia, es aburrido, porque siempre se terminan mojando los pies, los zapatos y las botas del pantalón, además de que se pierde mucha visión. Y yo que necesitaba usar chanclas para que se mejorara el dedo era terrible, porque o me ponía zapatos para no mojarme, y me lastimaba, o me ponía chanclas pero igual no cumplía el objetivo porque se mojaba el pie con el agua sucia de la lluvia.
Llevábamos desde Lyon mirando vitrinas y viendo como a medida que avanzaba el verano los precios caían y caían, así que sucumbimos a un momento consumista, entramos a una tienda Pink, y cogimos camisetas a 2 euros, blusas a 5 euros, etc, en ganga mejor dicho, nos medimos algunas cosas, unas incluso a las que les estábamos echando el ojo desde Lyon, y que ahora estaban 10 euros más baratas que entonces. Y por lo equivalente al celular, cada una salió con 3 o 4 antojos, y con un problema de espacio en la maleta.
Cuando salimos de la tienda ya estaba afortunadamente escampando, así que el frente del arena escogimos restaurante y nos sentamos a armar el teléfono, llamar a Ayi, y almorzar. Rico! Después de almuerzo volvimos al B&B y nos cogió la pereza, así que decidimos echarnos una siestita. Fructífera.
Y volvimos a salir, fuimos a otro punto turístico, el Castelovecchio había mucha gente en la calle, a mí me gusta ver los turistas europeos, parejas jóvenes, con o sin hijos, pero relajados, tranquilos, les gusta sobretodo caminar, empujando los cochecitos si tienen bebés. El Castelo es un museo, pero no andábamos con muchas ganas de museo, así que solo vimos el lugar. Al salir de ahí queríamos caminar hacia el centro otra vez, y conocer lo que faltaba, pero entonces vimos un cartel que anunciaba una exposición fotográfica de Henri Cartier-Bresson, y nos llamó la atención. Susana claro, se encargó de averiguar donde era el sitio que el cartel anunciaba. Le preguntó a una señora que esperaba el bus, y la señora muy querida nos dio todas las indicaciones, yo terca me fui a mirar el mapa, y la señora pensando que no le habíamos entendido se paró de donde estaba sentada y nos mostró como hacíamos para llegar allá. Lo más de querida.
El Balcon de Giulietta
Nuestro problema radicaba en las horas de cierre, porque ya iban siendo las 6 de la tarde, así que fuimos primero a ver el balcón de Julieta, o bueno, la casa de Julieta, que es lo más turístico que tiene Verona, y es un patiecito interno pequeño, donde se amontona un montón de gente a ver el balcón. Se puede entrar la casa, y subir al balcón, pero no hicimos eso, y hay una tienda con suvenires, por supuesto. La entrada a dicho patio es un tunelcito que tiene las paredes completamente cubiertas de declaraciones de amor del mundo entero y corazones. Además de una especie de teléfonos que cuentan la historia del lugar. Nosotras nos mesclamos al gentío, oímos la historia, y luego volvimos a la calle a buscar la exposición de Cartier-Bresson.
Y dimos fácil con el sitio de la exposición. Se cerraba a las 7, y eran las 6, teníamos una hora para verla. Cartier-Bresson fue uno de los mayores fotógrafos hasta ahora. Sus fotografías retratan al hombre en las más diferentes y complejas situaciones, muchas son de pobreza. Él viajó por el mundo tomando fotografías, además de las que hizo en Francia, su país natal. Susana no se acordaba mucho, pero una vez ya habíamos visto una exposición del hombre por estos lados de aquí. Fue muy bueno ir a esta, creo que salimos muy contentas las dos de haberla visto. Además porque yo tenía todo en francés, y Susana lo tenía todo en italiano. Es verdad que podríamos habernos dedicado a ver cosas más veronesas, pero a estas alturas ya nos empezábamos a cansar de ver y ver cosas, así que encontrar sorpresas como esta, y poder ver este tipo de exposición también nos alegraba el paseo. Salimos un momento antes que nos echaran, y el siguiente puerto era el gelatto reglamentario.
Antes del gelatto pasamos por otros puntos veroneses interesantes, casi todos relativos a Romeo y Julieta, la casa de Romeo, la tumba del tío de Romeo, y así, entre las callecitas del centro antiguo de esta ciudad que mescla teatro, literatura, historia, y por supuesto, presente. Confieso que me empezó a dar cierto malgenio e impaciencia, en general creo que era el hambre que nos cogía desprevenidas, y en mí se manifestaba como malgenio. Y encontramos nuestro gelatto. Con helado en manos queríamos pasar por la Ponte Pietra, que pasa sobre el rio Po, y es de esos puentes antiguos, antiguos, antiguos. Desde la época de Cristo. Claro que ha pasado por reconstrucciones, en especial después de la segunda guerra, pero parece que conserva la forma original. Ahí, ya alimentándonos decidimos tomarnos fotos en el puente, y la vista que tenía detrás de él, lugar que hubiera sido bacano visitar, pero ya no quedaba tiempo. Y he aquí la prueba de que el malgenio es fruto del hambre, me paro yo sosteniendo los dos helados para que Susana me tome una foto, y estaba toda entretenida con los conos, cuando me dice, pero sonreí, y yo le hago la cara de boba más charra que podía haber hecho. Bastó eso para que las dos nos largáramos a las carcajadas un buen rato. Les pongo la foto para que miren que hacen las endorfinas liberadas por un helado, y gocen un rato. Listo, risueñas, emprendimos la vuelta a casa bordeando todo el rio. Teníamos que pasar por 5 puentes, para volver a pasar el rio, e ir en dirección al hostal.
Mientras esta caminada risueña, Verona después de una mañana lluviosa y una tarde soleada, nos regaló un espectáculo de atardecer con nubes y coloridos hermosos. Antes de llegar a casa de nuevo, fuimos a ver la tumba de Giulietta, que a estas alturas ya estaba cerrada, pero no nos dio pesar, disfrutamos mucho a Henri. Ahí llegó un grupo de españoles, y se arriesgaron a preguntarnos donde quedaba la casa de Julieta, al ver que respondimos en español, y les mostramos el mapa, quedaron muy contentos, a pesar de la siempre larga caminada que tenían que hacer hasta allá. Y asi fue como una vez más cruzamos las verona walls rumbo a casa, en una conversación animada, y todavía medio endorfinada. Y pues será hacerle caso a Shakespeare:

“Non esiste mondo fuor dalle mura di Verona; ma solo purgatorio, tortura, inferno. Chi é bandito di qui, é bandito dal mondo e l’esilio dal mondo é morte....” (“Romeo and Juliet”, atto III, scena III).

Llegando al B&B, teniamos hambre denuevo, pero no teniamos ganas de salir por comida. El desayuno lo dejaban montado desde el dia anterior, o mejor, nunca lo quitaban, solo lo reponian, con panecitos en paquete, yogur y frutas. Yo dije, y si cojieramos alguna fruta, pensando no comerla al otro dia. pero me daba mucha pena "violar" la tira que indicaba que no era hora de estar en la cocina. Cuando sali del baño, Susana habia hecho el trabajo sucio, y cenamos manzana y tostadas!

Thursday, December 22, 2011

Simplemente: VENECIA

Los secretos de venecia

El día siguiente, un viernes, nos pusimos nuestro mejor traje viajero: un vestidito, y sandalias, y Susana con su sombrero, claro. Porque nos íbamos a Venecia!!! Y  Venecia se merecía una súper buena pinta, además había que aprovechar que estábamos al sur de los pirineos, y finalmente volvíamos al calorcito digno del pleno verano. 
 Antes del relato, Venecia es uno de esos lugares afortunados por la historia, está en un lugar lindo, y las obras humanas lo han dejado más lindo aún, es como una ciudad hecha con fligrana, poco a poco, artesanalmente donde la arquitectura árabe se mezcla con la romana en perfecta fusión y se hacen verdaderas joyas. No hay como no admirarse a cada paso. De pensar en todo lo que ha pasado por ahi... es alucinante. Lo más difil de todo, es trillar las fotos para poner aqui. Porque venecia, como esos selectos lugares, es un lugar fotogenico.
Fuimos a Verona Puorta Nuova, tempranito para aprovechar bastante el día. El tren entre Verona y Venecia se demora un poco más de una hora. De ida fuimos haciendo nuestros balances, que cada vez los postergábamos más. Hacía un día muy bonito, cruzando la región de Véneto. La llegada a Venecia es hermosa, van apareciendo  lagos entre las ciudades, hasta que llegas al mar! Y el tren sigue por una carrilera entre agua, hasta la estación de Venecia, que queda al frente de la “avenida”, el gran canal. Salimos con toda la emoción del caso. Se imaginan? Al frente de la estación hay una placita, y luego el canal, a un lado de esa placita había un kiosco de información turística, hicimos la fila, queríamos comprar el pase de 12 horas de vaporetto, el busecito veneciano, que por supuesto, es un barco. Pero de estar en la fila y captar conversaciones y luego leer carteles nos enteramos que ese dia, justo ESE dia, los vaporetti se unian a la huelga de transportes de Italia! La misma que nos había recibido en Milán. 
Hay veces que uno tiene suerte en estos viajes, y le toca un 14 de julio en Francia, o un museo gratis porque va el día que era gratis, pero hay veces que definitivamente: el día que uno va a Venecia y que estén en huelga! Pero claro, podia ser peor, podria estar lloviendo, y no era el caso. Leí en estos dias que visitar venecia bajo lluvia en un desastre, y debe ser, peor que no tener vaporettos. Ah, entonces uno le preguntaba a la chica cual era la alternativa, y ella decía: pues yo creo que la alternativa es caminar. No siendo más obvia la respuesta nos sentamos a ver que hacíamos.
Caminar de hecho no era mala idea, porque aun con Vaporettos la forma de conocer Venecia es irremediablemente caminando, el problema es  que aun las largas distancias las teníamos que hacer a pie, y que había que buscar los lugares de cruces de los canales, que no son una cantidad, el gran canal tiene unos 3 puentes apenas. Y obviamente quedaban excluidos paseos a las islas Burano y Murano, a las cuales no hay puentes, y finalmente exigía una buena planificación de ruta, porque para visitar dos cosas que estaban una al frente de la otra tocaba darle toda la vuelta a la ciudad.
Así que organizamos el paseo: Puente Rialto, Plaza San Marcos, pasar al otro lado del canal, y emprender el regreso, porque a esas alturas íbamos a andar en el lado opuesto de la estación, y el último tren salía a las 7 de la tarde.
Fuimos caminando, cuando nos dimos cuenta que por ponernos bonitas, se nos había olvidado que a las iglesias no dejan entrar si uno está con los hombros destapados, o con chores, lo que es digamos, entendible, gracias a las pintas que la gente puede llegar a ponerse, aunque no sé que tan grave vaya a ser entrar a ver una iglesia así. Además de que la norma permite ciertos absurdos, porque una mujer con minifalda entra sin problemas, mientras que otra que tenga una bermuda, mucho más decente, tendrá dificultades. O una que tenga una blusa que tape los hombros pero con un escote enorme, entra más fácil que la que tiene una delicada blusa de tiritas. Pero en fin, nuestro punto era que cuanto más nos acercáramos a San Marcos más caros iban a ser los chalcitos, porque la necesidad tiene cara de perro, entonces más valía comprarlos ahí lejos. Y los compramos. A 5 euros, después de haberlos visto a 7.
Y seguimos nuestro camino, o en la medida de lo posible, porque papá nos había advertido, en Venecia es casi imposible no perderse. Pero perderse en Venecia, ofrece oportunidades inimaginables. Cada pequeño panorama que uno se puede encontrar entre las callejuelas sin salida, los edificios apeñuscados, y los canales pequeños con las puertas de las casas húmedas abajo es toda una maravilla. Y si uno ha visto películas en Venecia, que no faltan, hay una constante sensación de dejávu. Nosotros íbamos pensando en El Turista, pero hay muchas otras, por supuesto.
Pasamos por el mercado de Venecia, y de ahí al puente Rialto no es nada, y decidimos buscar para almorzar. Le teníamos miedo a los valores de todo en Venecia, pero al fin nos encontramos un pequeño restaurantico donde había una pasta decente. Compartíamos mesa con los pajaritos, literalemnte, pero estuvo todo muy bien. Al lado se nos sentaron dos encachacados discutiendo quien sabe qué negocios.
Luego del almuerzo pasamos el Rialto, tuquio de gente, viendo las tiendecitas, sobretodo de máscaras del carnaval, vidrio murano, y suvenires chinos. El próximo destino era La plaza de San Marcos. En cuanto a los suvenires, en la segunda ciudad empiezan a ser tan repetitivos que ya no provoca comprar nada, y otro buen antídoto para el consumo, era tener el equipaje justo. Todo lo que se comprara antes de costar, pues ocupaba espacio y se carga en la propia espalda. Asi que a mirar con los ojitos. Llegamos a San Marcos después de observar algunos caminos más, y buscar los puentecillos para atravesar las “calles”.
San Marcos es bonito porque es un espacio grande, y abierto, que no se encuentra a toda hora en Venecia. Y observen la maroma: nos íbamos acercando a la fila de la Catedral, observando inicialmente, para ver si entrabamos, si esperábamos o que hacíamos. Venecia concentra, aun en días de huelga, bastantes turistas, muchos de los cuales quieren ir a la Catedral, así que la fila tenía cierta dimensión. Pero sin calcularlo, y casi sin percibirlo justo cuando estábamos evaluando la situación, unos tipos estaban organizando la fila justo para donde nosotros estábamos paradas, así que terminamos incluidas en la fila, bastante adelante.
Resulta que al entrar a la catedral, regalaban “tapa-rabos” para el propósito aquel de taparse los hombros, o las piernas, así que no hubiera sido necesaria nuestra compra. Pero en cualquier caso, por lo menos los nuestros le salían a la ropa! Una cosa medio triste, es que la entrada es gratis, pero una vez dentro ver cualquier cosa además de la nave central, incluido el altar, cuesta, con lo que decidimos no ver nada más, y salimos a buscar novedades.
Hay que contar que cuando mis papás fueron a Venecia a su paseo de enamorados, les tocó decidir entre un café en plaza San Marcos, o un paseo en góndola. Historia esta, que se cuenta desde que una de nosotras hizo la pregunta: papi, ustedes ya fueron a Venecia? Y desde que uno se pregunta como hace la gente para salir a la calle en venecia. Ellos escogieron el Café, nosotros ahí, decíamos: un café? En este sol desolador? En esta plaza? Obvio el café en ese sitio es la usura, así no sea un muy buen café, aunque no doy fé de qué tal sea. Pero en todo caso, como Susana y yo no estábamos entre tales opciones no teníamos semejante dilema en frente. Lo que si es que nuestra idea de que todo en Venecia es absurdamente caro viene de ahí.
Nosotros decidimos que una buena idea era ir al campanario ver a Venecia desde arriba ya que gracias a la huelga el paseo se limitaba a un territorio bastante menor, así que era bueno vislumbrar todo desde lo alto. Estuvo chévere. Delante de nosotros en la fila iba una parejita súper enamorada, el man muy lindo, ella, no tanto. (De esas cosas  que te toca estar detrás de ciertos personajes, por turistas que somos los dos, y hay que tener paciencia en las filas, y de paso uno se detalla de la barra del pantalón al cuadro del cuello de la camisa del de adelante).
En el campanario mil ensayos fotográficos, encuentro con brasileños, lo que nos gusta hacer a Susana y a mi es despistar a la gente, los brasileños por lo general actúan como si nadie alrededor los entendiera, entonces Susana muy hábil le pidió permiso a uno en portugués, y el tipo quedo medio intrigado. De regreso al piso, dimos una vuelta, y volvimos a la plaza por un helado reglamentario que nos teníamos que tomar de postre. Casi no fuimos, y Susana casi me mata.
De ahí dimos una vuelta bastante larga, para llegar al otro lado del Gran Canal, por el segundo puente (el primero es el Rialto, y ya lo habíamos dejado atrás hace un rato). Y llegamos a nuestro siguiente punto, después de hermosas vistas, a las 5 en punto. Era una iglesia. Y nos tomamos un par de fotos, cuando íbamos a entrar, literalmente nos cerraron la puerta en la cara. Las visitas eran hasta las 5. Aprovechamos para una sesión más de fotos, y unas chicas españolas que andaban por ahí nos pidieron el favor de que les tomáramos una a ellas, en mímica, porque uno nunca sabe qué idioma habla el de al lado en estos sitios, y cuando ocurre que es el mismo que yo, es una alegría! Ahí, yo fui tomada por españolísima, después de un “de nada” o algo así.
En la punta de esa “cuadra” había una escultura rara-exótica: un niño desnudo, tamaño gigante, con un sapo en la mano. Inmaculadamente blanco. Pero lo más exótico de todo era el policía de gafas oscuras que estaba a su lado, que cumplía tan perfectamente su papel que por su postura daba susto acercársele a la escultura, él ponía cara de que mirarlo (a él y al niño) fuera prohibido. Sin decir absolutamente nada. Pero se ponía en una posición tal que uno quedaba apenado de dar la vuelta a mirar el niño por delante con su nudez, luego quedaba en duda si era prohibido tomar fotos. En todo caso con una aproximación lenta logramos hacer ambas cosas, yo en últimas creo que ese tipo estaba ahí para evitar cualquier roce entre los cuerpos humanos de todos los colores y la albura del niño con el sapo en la mano. Porque obviamente el primero que toque al niño, daña lo fundamental de la escultura que es  su impecable blancura. Pero podemos imaginar tambien que el tipo esté enamorado de ese niño, nunca se sabe.
Después de esto, nos encaminamos a empezar el regreso, teníamos prácticamente dos horas, pero estábamos lejos y bastante cansadas ya. Así que fuimos caminando entre un precioso mar, y la “rambla” (¿?) de Venecia, mientras atardecía. Susana tomo muchísimas fotos, y yo no siempre muy paciente. Descubrimos algunos recovecos y callecitas más, sitios más "residenciales" por asi decirlo, y nos encontramos el imán de mascarita que quería Susana y la cruz de vidrio murano que quería yo. Después de todo esto, compramos algo  para comer, y nos sentamos a esperar al frente de la estación, observando niños correr, palomas volar, y conversando.
Tomamos nuestro tren de regreso, y al lado nuestro dos chicos, que hablaban español, por algo que nos preguntaron seguimos la conversación, durante todo el viaje hasta Verona, eran dos jovencitos Mexicanos, que tenían el Eurail pass pero no sabían cómo usarlo, y habían estado 4 horas en Venecia que las habian utilizado comiendo mcdonalds, andando en gondola (¡a 100 euros la hora!), y comprando suvenires chinos, y no sabían muy bien para donde iban a continuación, para Paris, o para Turin, en donde tenian el equipaje! Mientras tanto nos hicieron un repaso exhaustivo de la política mexicana, que al parecer era su tema preferido. Pero bueno, estuvo chevere. De Puorta Nuova fuimos a comer, en el camino entre la estación y nuestro B&B, y ya muertas de cansadas llegamos a dormir, a las buenas camas que tenía el B&B por cierto.

Sunday, December 4, 2011

De los barbaros a los romanos, pasando por Suiza


He de confesar que de todo el viaje, este cruce que nos deparaba este dia, de Tubinguen a Verona, era lo que más me preucupaba, incluso antes de salir de mi casa, si me desvelé antes del viaje, fue por este dia. Por varias razones, primero porque se trataba del trayecto más largo en tren, y que incluía necesariamente más de uno o dos trenes. Segundo porque se trataba de salir de un lugar con idioma desconocido, a llegar a un lugar igualmente con idioma desconocido (para mi, no para Susana), y a un hostal al que había que anunciar hora de llegada aproximada. Y tercero porque además teníamos que cruzar por Suiza, que era la que estaba incluida en nuestro pase, y no por Austria por donde sería más evidente aparentemente.
Bueno, la verdad es que las preocupaciones se fueron demostrando una a una innecesarias, o por lo menos más sencillas. Varias de las cosas se resolvieron al reservar los pasajes, donde sin ningún problema me entendí en inglés con el operador de DB Bahn (trenes de Alemania), y no le pareció nada absurda la exigencia de cruzar por Suiza.  Ahora, ese tipo trabajaba para DB Bahn, y supuso que todo el trayecto se haría con la eficiencia con la que está acostumbrado. El máximo espacio de tiempo que teníamos entre los trenes que debíamos tomar era de 15 minutos! Saben que es 15 minutos para coger las mochilas, caminar a lo largo de los andenes y encontrar el siguiente tren y encima en alemán e italiano? Nada, son 2 segundos. Y ese era el máximo.
Isabel y Susana version 2
El intinerario: Tubinguen-Horb que fue la parte que nos ahorramos gracias a Alexander, tratando de evitar atrasos y perdida de trenes innecesarias, Horb-Zurich, en uno de esos trenes que casi  no tienen origen ni destino, simplemente surcan las ferrovías europeas como diseñando un enorme sistema circulatorio, deteniéndose en un conjunto de estaciones por ahí.  Luego Zurich-Milan, que era donde teníamos nuestros gloriosos 15 minutos, y por ultimo Milan-Verona, con probabilidad de llegada al destino a las 4 y pico de la tarde.
Con Alexander tuvimos un entretenido camino a Horb, mientras la niebla de la mañana se fue despejando y nos mostró nuevos paisajes y el comienzo de la Selva Negra, Alexander nos contaba cómo Horb era una ciudad “importantísima”, porque allí había nacido él: “Horb muy importante, nació a Horb” señalándose, shun!. En la divertida mescla de español e italiano, también nos contó que no podía esperar el tren con nosotros, hasta las 8 pasadas, porque tenía una reunión con la Oveja, es decir, con el Obispo, dijo que cuando pensaba en decir obispo siempre se le olvidaba la palabra y se le venía la palabra oveja, aunque no estaría mal que el obispo hiciera las veces de oveja de vez en cuando.
Nos despedimos en la “gran” estación de Horb que tiene 3 andenes, Alexander nos confesó que le daba pesar decir adiós. Nos sorprendió bastante esa despedida casi calurosa. Y nosotras y nuestros paquetes nos pusimos a esperar el tren en la fría mañana. Vimos como llegaba puntalmente el tren que venía de Tubinguen que debíamos haber tomado, y abordamos el nuestro sin problemas.
Suiza es Suiza, la neutral, la que no hace parte de la UE, etc y Suiza es Suiza porque está entre Alemania e Italia. Les explico nuestra teoría: Los españoles y los franceses comparten fronteras, y aunque son notablemente diferentes, comparten una cierta sensibilidad artística, una cierta bohemia, un cierto desquicie sano. Los alemanes y los franceses comparten frontera y toda una idea cartesiana de rectitud y productividad, Francia y Inglaterra no se parecen en nada, pero para eso es el canal de la mancha. Ya Alemania e Italia, son dos polos positivos que se repelen, tienen un poco menos que nada en común,  y para eso existe Suiza ahí en la mitad. Suiza es un cambio gradual de la germanicidad a la italianicidad. (y me pueden tirar todas las piedras que quieran por el anterior conjunto de afirmaciones simplistas, más si son suizos, lo que sí es verdad es que Susana y yo pudimos gozar barato pintándolo asi!).
Por eso también en mitad de viaje (si en avión es vuelo como seria para el tren?) pasaron unos policías suizos pidiendo pasaportes. Hasta aquí nuestros pasaportes solo habían sido interesantes para los españoles del aeropuerto, pero claro, suiza es un mundo aparte. Estos inquisidores, preguntaron un par de cosas, y por ultimo dijeron que cuanto tiempo nos quedábamos en Suiza, y le dijimos, señores, llegamos a Suiza y seguimos para Italia, en suelo suizo estaremos menos de 30 minutos. No fue exactamente así, pero en todo caso el dato  los dejó muy tranquilos.
Llegamos a Zurich, hicimos nuestro cambio a la lata, y cuando llegamos al andén de el tren para Milán, estaba vacio, sin tren y sin gente, o-ou, y encima anuncian en un clarísimo alemán por micrófonos justamente el cambio de andén del tren para Milán. Aja…. . Un señor nos vio la cara de interrogación  que teníamos pintadas las dos, y antes de que le preguntáramos cualquier cosa nos indicó el nuevo andén. Llegamos, nos montamos al tren, y asistimos un atraso de 20 minutos para la salida del tren de Trenitalia. Saben que significan 20 minutos? Que son más que 15! Por lo tanto que perdíamos nuestro tren en Milán! Eso es otra cosa de los trenes, si uno se te atrasa, ya sabes con que atraso vas a llegar, desde el principio, así de sencillo. A priori ya se sabe que atraso se tiene hasta el final, y nada que hacer.
Asi que disfrutamos nuestro cruce de los Alpes, entre túneles muy frecuentes, y carrileras que sumadas al pequeño río y a una carretera ocupaban todo el espacio de los estrechos valles. Una rápida visión de paisajes de rompecabezas seguidos el uno al otro, separados por los tuneles.
Hasta que llegamos a un sitio llamado Lugano, todo ya estaba escrito en italiano, pero saben qué? todavía era Suiza. Lugano se ve provocador, un lago enorme, con una ciudadcita pegada de las encuestas al borde del lago. Una vez más en el tren pasaron los policías, no los mismos, pero estos nos miraron y decidieron no inquisitarnos, les caímos bien. Después de Suiza  volvíamos a la UE, y llegábamos al país de Berlusconi.
Milán. Salimos, y vimos que efectivamente ya habíamos perdido el tren para Verona, ahora, el problema consistía en saber que podíamos hacer. De todas las estaciones por las que ya habíamos pasada, la venta de tiquetes en ninguna quedaba en un lugar tan inaccesible y escondido. Y sobre todo no estaba tan exageradamente llenas. Bueno, un momento de estress, y nos  enteramos que el problema se llamaba huelga, Italia estaba en huelga ferroviaria! Por eso nuestro atraso también, y por eso el desorden con el que fuimos recibidas. Susana muy hábil, y con la gentileza de una señora, logró encontrar un sitio donde le dijeran alguna solución, porque en lo de tiquetes podríamos quedarnos sin exagerar 4 horas en la fila. Fueron momentos tensos, porque implicaba separarnos y esperar una por la otra. Lo logramos. Le dijeron a Susana que podíamos coger el siguiente tren para Verona.
Eso fue lo que hicimos. Y en medio al viaje, el controlador dijo que ese tiquete era de otro viaje, y Susana: si, pero vea, y el tipo: no se podían montar en este, hasta que por fin nos captó la idea del atraso del tren anterior, y ya si nos dejó todo contento: ah, venían de Zurich! Haberlo dicho desde un principio.
Después de todo esto, Verona Porta Nuova!  Y a buscar el hostal. Sabiamos que era fácil ir a pie, o que podíamos coger un bus, el problema era para dónde coger. Yo indiqué el primer camino, y me equivoqué, volvimos a ver el mapa, y Susana esta vez indicó el camino correcto. Donde yo ya sabía para dónde coger. Todo esto no sin un poco de puyas, y uno que otro empujón recíproco, y claro, aburrición final. Yo segui, con una Susana no muy confiada atrás, y con nuestras amadas mochilas a la espalda. Y asi, llegamos a la recepción del hostal, que era a una cuadra del hostal en si. Que en la verdad era un Bed and Breackfast, y que era un cuarto para las dos, muy cómodo, y afuera un baño compartido con otro cuarto, y la cocina donde todos los días teníamos el desayunito. Cansadas y aburridas recíprocamente, nos echamos un rato. Y luego fuimos por un Kebab salvador, el numero 3 o 4 del viaje, antes de volver a dormir, para un maravilloso dia que nos esperaba al otro dia.