Friday, December 30, 2011

There is no world without Verona walls..

El título de este capítulo es un fragmento de Romeo y Julieta, que en este día, el día elegido para visitar Verona, nos estuvo acompañando. A Verona la escogimos como ciudad-dormitorio, porque era más o menos a medio camino entre Venecia y Milán, y tenía alojamiento más barato, pero había que pasearla. Por la mañana, dormimos un poco más, y tomamos el desayuno.
Hay que contar evidentemente una anécdota: el día anterior, cuando volvimos de Venecia y nos duchamos, Susana al colgar la toalla en el balcón de la pieza, sin querer la dejó caer y quedó en el balcón del apartamento de abajo, hacia un patio interno. Qué se va a hacer? "Tiró la toalla!" Ni siquiera teníamos a quien decirle, así que medio apenadas, medio risueñas, y yo sin mucha culpa, dejamos el problema para después. De todas maneras ese día salimos y tocamos en el apartamento de abajo, pero nadie contestó. En las áreas comunes del edificio estaba escrito bien claro que los huéspedes del B&B no podían interferir con la vida del edificio, aunque de verdad verdad, nunca vimos a nadie por ahí, y a duras penas en la calle, que en una noche vimos a una tipa con un tipo, ella iba medio ebria…
Enfin, volviendo a Verona. Estaba lloviendo ese dia. Asi que abrigadas en un paraguas subimos la calle principal, esta vez no en la costumbrera dirección de Puorta Nuova camino que ya nos sabíamos: en la mitad había una vistosa bandera de Brasil que pertenecía a un restaurante: “Churrascaria Porto Alegre”(solo en el extranjero se pueden ver ese estilo de cosas, porque “Porto Alegre” asociada a la bandera nacional no es una cosa muy común), y un hotel que prestaba bicicletas, pero sólo a los clientes, que fuimos y preguntamos, yo muerta de pena, Susana no tanto. Sino que esta vez, fuimos en dirección al centro de Verona, y lo primero son las tales “walls”, los muros de Verona, altos, con un reloj y una portada, y por detrás de semejante recepción, una arena, la arena de Verona, la pista para encontrar nuestro camino el primer día en medio a las discusiones. La contorneamos, es impresionante, el coliseo de Roma debe ser mucho más, pero digamos que es un poquito de lo mismo, pan y circo para el pueblo. Hay que imaginarse en esos sitios en el imperio romano. Lyon la ciudad de los tejidos, con su teatro, Verona, cerca de la gran capital, con su arena. 
Vimos, bajo la lluvia este primer gran monumento, y las propagandas de la programación veraniega para tal escenario, pero teníamos una misión, digamos, más práctica: buscar minutos para nuestro Vodafone español, que a 23 de Julio, casi un mes después de haber dejado España se le acababa el crédito, y nos dejaba incomunicadas, ya que para recibir también necesitábamos crédito. Y ese día necesitábamos hablar con Ayi, nuestra siguiente anfitriona, que ya había ensayado contacto, pero no habíamos podido contestarle. Así que buscábamos en medio al idilio romano una de las cosas más modernas y prácticas: una tienda de Vodafone.
Aun bajo la lluvia, tomamos la calle de las tiendas, hacia el fin, donde sospechábamos encontrar un Vodafone, y caminamos, una, dos, tres, cuadras, y nada, cuando íbamos llegando al fin, y pensando que Vodafone no estaba en Verona, tan! la encontramos. Susana le dijo a la señora que queríamos minutos para un Vodafone español, y la señora dijo que ella no vendia para teléfonos internacionales, que en la tabaquería al lado si, salimos con paraguas y todo y le dijimos al señor, pero él dijo que él tampoco vendía, y que no sabía porque la señora siempre decía que el vendía créditos extranjeros. Bueno…. en telefonía móvil la Unión Europea no es muy unión, porque ni siquiera la misma compañía está unificada (Vodafone está en España, en Inglaterra, en Italia, pero no es lo mismo). Volvimos a la tienda y Susana le dijo a la señora que entonces nos vendiera un teléfono y una sim italiana. Y la tipa quedó como con cara de “y estas chicas no consiguen créditos entonces compran un celular…?” pero no le dijimos que ese sería el celular de Susana los próximos 6 meses. Así que bien, era un buen negocio, porque el español había sido muy útil, y todavía lo seria así que volviéramos a España, y el italiano también tendría que cumplir una buena función. El más barato valía 30 euros, 10 más que el español. 
Después de la compra salimos y seguía lloviendo, y no hay cosa peor que caminar con lluvia, es aburrido, porque siempre se terminan mojando los pies, los zapatos y las botas del pantalón, además de que se pierde mucha visión. Y yo que necesitaba usar chanclas para que se mejorara el dedo era terrible, porque o me ponía zapatos para no mojarme, y me lastimaba, o me ponía chanclas pero igual no cumplía el objetivo porque se mojaba el pie con el agua sucia de la lluvia.
Llevábamos desde Lyon mirando vitrinas y viendo como a medida que avanzaba el verano los precios caían y caían, así que sucumbimos a un momento consumista, entramos a una tienda Pink, y cogimos camisetas a 2 euros, blusas a 5 euros, etc, en ganga mejor dicho, nos medimos algunas cosas, unas incluso a las que les estábamos echando el ojo desde Lyon, y que ahora estaban 10 euros más baratas que entonces. Y por lo equivalente al celular, cada una salió con 3 o 4 antojos, y con un problema de espacio en la maleta.
Cuando salimos de la tienda ya estaba afortunadamente escampando, así que el frente del arena escogimos restaurante y nos sentamos a armar el teléfono, llamar a Ayi, y almorzar. Rico! Después de almuerzo volvimos al B&B y nos cogió la pereza, así que decidimos echarnos una siestita. Fructífera.
Y volvimos a salir, fuimos a otro punto turístico, el Castelovecchio había mucha gente en la calle, a mí me gusta ver los turistas europeos, parejas jóvenes, con o sin hijos, pero relajados, tranquilos, les gusta sobretodo caminar, empujando los cochecitos si tienen bebés. El Castelo es un museo, pero no andábamos con muchas ganas de museo, así que solo vimos el lugar. Al salir de ahí queríamos caminar hacia el centro otra vez, y conocer lo que faltaba, pero entonces vimos un cartel que anunciaba una exposición fotográfica de Henri Cartier-Bresson, y nos llamó la atención. Susana claro, se encargó de averiguar donde era el sitio que el cartel anunciaba. Le preguntó a una señora que esperaba el bus, y la señora muy querida nos dio todas las indicaciones, yo terca me fui a mirar el mapa, y la señora pensando que no le habíamos entendido se paró de donde estaba sentada y nos mostró como hacíamos para llegar allá. Lo más de querida.
El Balcon de Giulietta
Nuestro problema radicaba en las horas de cierre, porque ya iban siendo las 6 de la tarde, así que fuimos primero a ver el balcón de Julieta, o bueno, la casa de Julieta, que es lo más turístico que tiene Verona, y es un patiecito interno pequeño, donde se amontona un montón de gente a ver el balcón. Se puede entrar la casa, y subir al balcón, pero no hicimos eso, y hay una tienda con suvenires, por supuesto. La entrada a dicho patio es un tunelcito que tiene las paredes completamente cubiertas de declaraciones de amor del mundo entero y corazones. Además de una especie de teléfonos que cuentan la historia del lugar. Nosotras nos mesclamos al gentío, oímos la historia, y luego volvimos a la calle a buscar la exposición de Cartier-Bresson.
Y dimos fácil con el sitio de la exposición. Se cerraba a las 7, y eran las 6, teníamos una hora para verla. Cartier-Bresson fue uno de los mayores fotógrafos hasta ahora. Sus fotografías retratan al hombre en las más diferentes y complejas situaciones, muchas son de pobreza. Él viajó por el mundo tomando fotografías, además de las que hizo en Francia, su país natal. Susana no se acordaba mucho, pero una vez ya habíamos visto una exposición del hombre por estos lados de aquí. Fue muy bueno ir a esta, creo que salimos muy contentas las dos de haberla visto. Además porque yo tenía todo en francés, y Susana lo tenía todo en italiano. Es verdad que podríamos habernos dedicado a ver cosas más veronesas, pero a estas alturas ya nos empezábamos a cansar de ver y ver cosas, así que encontrar sorpresas como esta, y poder ver este tipo de exposición también nos alegraba el paseo. Salimos un momento antes que nos echaran, y el siguiente puerto era el gelatto reglamentario.
Antes del gelatto pasamos por otros puntos veroneses interesantes, casi todos relativos a Romeo y Julieta, la casa de Romeo, la tumba del tío de Romeo, y así, entre las callecitas del centro antiguo de esta ciudad que mescla teatro, literatura, historia, y por supuesto, presente. Confieso que me empezó a dar cierto malgenio e impaciencia, en general creo que era el hambre que nos cogía desprevenidas, y en mí se manifestaba como malgenio. Y encontramos nuestro gelatto. Con helado en manos queríamos pasar por la Ponte Pietra, que pasa sobre el rio Po, y es de esos puentes antiguos, antiguos, antiguos. Desde la época de Cristo. Claro que ha pasado por reconstrucciones, en especial después de la segunda guerra, pero parece que conserva la forma original. Ahí, ya alimentándonos decidimos tomarnos fotos en el puente, y la vista que tenía detrás de él, lugar que hubiera sido bacano visitar, pero ya no quedaba tiempo. Y he aquí la prueba de que el malgenio es fruto del hambre, me paro yo sosteniendo los dos helados para que Susana me tome una foto, y estaba toda entretenida con los conos, cuando me dice, pero sonreí, y yo le hago la cara de boba más charra que podía haber hecho. Bastó eso para que las dos nos largáramos a las carcajadas un buen rato. Les pongo la foto para que miren que hacen las endorfinas liberadas por un helado, y gocen un rato. Listo, risueñas, emprendimos la vuelta a casa bordeando todo el rio. Teníamos que pasar por 5 puentes, para volver a pasar el rio, e ir en dirección al hostal.
Mientras esta caminada risueña, Verona después de una mañana lluviosa y una tarde soleada, nos regaló un espectáculo de atardecer con nubes y coloridos hermosos. Antes de llegar a casa de nuevo, fuimos a ver la tumba de Giulietta, que a estas alturas ya estaba cerrada, pero no nos dio pesar, disfrutamos mucho a Henri. Ahí llegó un grupo de españoles, y se arriesgaron a preguntarnos donde quedaba la casa de Julieta, al ver que respondimos en español, y les mostramos el mapa, quedaron muy contentos, a pesar de la siempre larga caminada que tenían que hacer hasta allá. Y asi fue como una vez más cruzamos las verona walls rumbo a casa, en una conversación animada, y todavía medio endorfinada. Y pues será hacerle caso a Shakespeare:

“Non esiste mondo fuor dalle mura di Verona; ma solo purgatorio, tortura, inferno. Chi é bandito di qui, é bandito dal mondo e l’esilio dal mondo é morte....” (“Romeo and Juliet”, atto III, scena III).

Llegando al B&B, teniamos hambre denuevo, pero no teniamos ganas de salir por comida. El desayuno lo dejaban montado desde el dia anterior, o mejor, nunca lo quitaban, solo lo reponian, con panecitos en paquete, yogur y frutas. Yo dije, y si cojieramos alguna fruta, pensando no comerla al otro dia. pero me daba mucha pena "violar" la tira que indicaba que no era hora de estar en la cocina. Cuando sali del baño, Susana habia hecho el trabajo sucio, y cenamos manzana y tostadas!

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