Wednesday, June 29, 2011

Dia Gotic

A Barcelona llegamos a una típica estación de trenes de una ciudad grande, mucha gente con maletas, subterránea, oscura y por esta época, sofocante calor.  Atocha, en Madrid era bastante más ventilada, vaya a saber porqué razón. En todo caso nuestra misión era: salir de la zona de trenes e ir al metro, comprar  los tiquetes  y tomar la línea azul en la dirección correcta. No fue muy difícil, las estaciones de tren suelen tener una estación de metro propia, hazaña ingenieril que aun no logro meter en la cabeza. En todo caso, poco después de haber llegado a la estación de Sants, ya íbamos en el metro línea azul, dirección Vall d´Hebron y poniendo cuidado para bajarnos en  “La Sagrera”. Ahí nos encontrábamos con Beatriz, que es la hermana de  Lucia, la esposa de Juan Pablo, un primo, y que muy amablemente nos recibió en su casa. Dicho y hecho, nos encontramos a Beatriz y a Gerard su hijo de 8 años al cual ya conocía de alguna de sus visitas a Colombia.
Cenamos unas ricas tortillas españolas con jamón serrano que nos había dejado preparadas muy querido, Cesar, el esposo de Beatriz, y papá de Gerard. Lavamos algo de ropa sucia, y organizamos el plan de visita a Barcelona. En esas llegó Cesar, y nos siguió ayudando con los planes.  Para el siguiente día quedamos de ir a Sants otra vez, a reservar el tren de salida, y luego visitar el Barrio Gótico.  Y la recomendación de todos: cuidar mucho mucho las pertenencias en Barcelona, los carteristas son magos para sacar las cosas de las bolsas.
Como el 24, viernes,  dia de San Juan era dia de fiesta, la estación estaba particularmente llena de gente. Esperamos una hora y media, para llegar a la taquilla. Mientras tanto nos informamos sobre el tren turístico y nos conseguimos un plano del metro para poder movernos más fácilmente. Los mapas de metro son esenciales, y aunque exige una mínima capacidad lógica entenderlos, sin ellos todo es más complicado. Pues en una ciudad con el subsuelo todo surcado por  más de una decena de líneas, y con el nombre de las estaciones en Catalán, perderse es un gran problema.
Resuelto lo del pasaje, o medio resuelto, porque necesitábamos reservar hasta Lyon y solo logramos reservar hasta Montpellier, pero enfin, algo es algo. Porfin nos dedicamos a conocer Barcelona. Nos bajamos en la estación Diagonal que queda en una gran via que atraviesa la ciudad, y al salir del subterráneo que sorpresa: en la esquina estaba un inconfundible edificio de Antoni Gaudi, la casa Milá, o la Pedrera. Entramos a conocerla. Y empezamos a encantarnos con este gran arquitecto-artista. La pedrera es un edificio de apartamentos y fue su última construcción civil. De la fachada a la estructura y el techo, y como hace para que la construcción por si sola parezca moverse, es todo genial. Las chimeneas entonces, terminan de ajustar una obra de arte.
Al salir, caminamos por una calle llamada Paseo de Gracia, hacia la ciudad vieja. Paramos por ahí a comernos los bocadillos que nos habíamos preparado por la mañana (bocadillos=sanduches). Con la barriga llena y el corazón contento seguimos bajando la calle, al otro lado unas cuadras  más abajo otra gran obra de Gaudí: La casa Batlló, una reforma encargada por el señor Batlló. Y la reforma fue casi una reconstrucción, y definitivamente toda una resignificación del concepto de edificio, diseño y decoración. Es una verdadera joya. La cuadra donde está la casa Batlló se llama cuadra de la discordia, porque además de la joya de Gaudí, hay otras dos hermosas fachadas, símbolos del modernismo. Y toda Barcelona es así, hay modernismo por todas partes. Se nota que a principio de siglo hubo una ola de creatividad y genialidad por allí. Además, algo que no conocíamos y es igualmente interesante, es que cuando se hizo el plan para aumentar Barcelona más allá de la ciudad vieja el arquitecto Ildefonso Cerdá diseñó un plano que  se conoce como el ensanche, y son cuadras perfectamente cuadriculadas, con todas las calles perpendiculares, y además sin esquinas, las cuadras son achaflanadas, mejorando la visibilidad, y teniendo la posibilidad de aprovechar más el espacio de la cuadra.
Saliendo de la casa Batlló nos adentramos en la Ciutat Vella o ciudad vieja. Empezando por plaza Catalunya que es lo más céntrico de Barcelona es la plaza que une la ciudad vieja con el ensanche. Es donde todavía están instalados (acampados) “los indignados” movimiento de protesta en las grandes ciudades de España desde las elecciones, en mayo.
De plaza Catalunya seguimos por la Rambla, o las Ramblas, que es una sola, pero como tiene varios nombres son varias. La rambla es un espectáculo cosmopolita. Una multitud de gente de todo tipo y nacionalidad andando por el paseo hacia todas las direcciones. De ahí nos adentramos en el Barri Gotic, empezando por una graciosa callecita muy estrecha llamada Petrixol, que fue recomendación de Cesar. El barrio gótico  es casi todo peatonal, las calles son bastante estrechas. las cuadras no son cuadradas, muy contrariamente al ensanche y los edificios casi se juntan. Hay muchas cosas que observar, pequeñas tiendas y restaurantes, olores variados, no siempre agradables, las placas de los nombres de las calles y unas veces hasta pequeñas historietas en catalán en baldosas puestas en las paredes. Caminando, pasamos por un par de iglesias interesantes hasta que dimos con la catedral.  Cerca de la catedral hay un curioso techo ondulado de colores, es un mercado, Mercado de Santa Catalina. De la catedral seguimos bajando por las callecitas peatonales, perdiéndonos un par de veces en el mapa, pues al ser tan estrechas las calles y tan cortas muchas no están nombradas en el mapa. Queríamos llegar al museo Picasso, y lo logramos, pero ya estaba cerrándose. Entonces lo dejamos para otro dia. Nos tomamos algo al frente de la catedral de Santa Maria del Mar, con espectáculo de Capoeira incluido, aunque medio chiviado. Y  seguimos rumbo al mar.
Llegando al mar dimos con una escultura grande de colores y pitoresca, que se llama el Cap de Barcelona, o la cara de Barcelona. Y ahí, rendidas de caminar nos vimos haciendo una práctica común de los europeos, acostarnos en una manguita en plena calle. Al rato, más descansadas, emprendimos rumbo a la rambla nuevamente para tomar el metro de regreso. No estábamos del todo cerca, así que caminamos otro tanto.

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