Al día siguiente madrugamos a coger el tren TGV para Paris. Ah… Paris, Paris!!!
Marie Chantal se despidió tan querida y especial como siempre, nos dio consejitos vitales e inteligentes, y se aseguró que nos fuéramos muy bien. Muchísimas gracias a ella.
De eso hasta hoy, nos hablamos muy de vez en cuando por internet, y mi mamá nos da noticias que le trasmite Myriam, la mamá de Thomas, y buena amiga de mi mamá. Llegando a Paris saben quién nos iba a esperar en la Gare? Thomas!!! Eso si es lo más emocionante de todo. Es genial pensar que después de todo ese tiempo, y todo lo que hemos crecido y cambiado y la decena de miles de kilómetros que nos separan, nos podamos volver a ver.
De hecho, Thomas estaba allá en Gare de Lyon, esperándonos a la salida de la plataforma del tren. Nos saludamos y Thomas pregunto qué en qué idioma hablábamos, escogimos francés, porque Susana ya empezó a entender un poquito más, y era el más fluido para mi (entre francés e inglés), y obviamente para él. Fuimos por los tiquetes de metro para ir hasta Antony, una ciudad en la periferia de Paris, donde queda la casa de Myriam y Thomas. Y allá llegamos, Thomas nos decía que el nos seguía, y nosotros nos fijábamos que direcciones coger. Si Barcelona tiene un metro complicado, Paris le gana a lo que sea. Cada estación es una colección de túneles largos y claustrofóbicos. Hay que tener muy claro para donde ir. Para ir a Antony todavía me acordaba: RER B, estación Antony, y antes de Antony están: La croix de Berny, Parc de Seaux, Cité universitaire, Bourg La reine, Danfert-Rocherau, Gentilly entre otras.
Llegamos y nos recogió Myriam. Almorzamos. Teniamos 2 dias completos y 2 medios días. Decidimos que nuestra prioridad no era ir a los sitios turísticos, más porque es el primer fin de semana de vacaciones en Francia. Las filas para lo que sea no deben estar muy breves. Mejor descansar del mero turismo, y hacer cosas más cotidianas.
Caminando fuimos a dar a la Bastilla, y dice Thomas, esta es la plaza, pero no sé dónde queda la prisión, y resulta que la prisión no existe más, quedaba ahí mismo donde queda la plaza. De ahí nos pegamos una pequeña perdida para encontrar la estación de metro más cercana, porque la de la Bastilla estaba cerrada. Y tomamos el RER para Antony. Habia dos planes: una fiesta donde una amiga de Thomas, que según dijo, querían que fuéramos, y me dijo que bacano porque como hablaba francés, podía hablar con la gente, y la otra era un concierto gratuito de Jazz en el bout du monde (es decir, en la mierda) y dijimos que escogiera él. Se notaba que quería mucho ir al concierto. Entonces allá fuimos.
Eso era en la última estación del RER B, que queda a lo mismo de Antony que Paris, que son 35 minutos en tren. Allá además nos recogió una van. Y por fin llegamos. Nos encontramos a Cyril, un amigo de Thomas, del colegio, muy lindo por cierto, que fue el que había contado del concierto, porque toca saxofón. En la estación de Saint Rémy, la última del RER B, además compramos unas papitas y unas cervezas. Allá en el concierto comimos una especie de perro caliente, y yo le eché ávidamente mostaza. Se me olvidaba que la mostaza en Francia es de cuidado, y como Simón el bobito, “estuve rabiando y echando babaza, con tamaña lengua y ojos de clavel”, pero tenía que comer, porque tenía hambre.
Las busetas que llevaban a la estación se terminaban a las 9 que fue a la hora que llegamos, embale, porque siempre era lejos. Pero estos chicos encontraron la forma de pedir que nos levaran a la estación antes de las 11, hora de partida del último tren. Ese es un tren medio miedoso, porque va muy vacio, y muy oscuro. El caso es que sanos y salvos, llegamos a la casa a eso de las 12 pasadas. Al otro día habíamos quedado de estar en la Gare de Antony, es decir, la estación del RER, a las 10:30
1 comments:
Me encantó la referencia a Simón el Bobito :)
LauRA.
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